Reformando los Valores en un Mundo Interdependiente


Richard Barret

Richard Barret es el Coordinador de Valores del Departamento de Cambio Institucional y Estrategia, Banco Mundial, Washington, D.C. Es autor del libro Una Guía para Liberar su Alma, y fundador de la Sociedad del Desarrollo Espiritual para el personal del Banco Mundial. Este artículo incluy extractos de su exposición en Noviembre de 1996, en el Foro de Buena Voluntad Mundial en Nueva York. El texto completo de esta charla se publicará en 1997 en su próximo libro: "Liberación del Alma Colectiva" (Liberating the Corporate Soul).

Creo que el sistema de valores de nuestra sociedad occidental está destruyendo los sistemas de apoyo de la vida del planeta y condenando a centenares de millones de personas a la pobreza. La destrucción medioambiental y la desintegración social capturan los titulares de la prensa por todo el mundo. Vivimos en un mundo donde el medio ambiente es visto como un recurso económico a saquear y abandonar, un mundo donde las especies se van extinguiendo a un ritmo tan rápido como jamás ocurrió antes en la historia de la humanidad, un mundo donde el abismo entre el rico y el pobre continúa creciendo y un mundo donde la base de toda negociación es: "¿Y para mí qué hay?".

Nos hemos enjaulado, colectivamente, en un tremendo sistema de creencia donde los valores económicos están por encima de todo. Corremos a acumular riqueza creemos que es la única cosa que puede garantizar nuestra supervivencia en el futuro. Nuestra meta se ha convertido en acumular suficiente riqueza que nos asegure poder vivir cómodamente y en buena salud para cuando ya no podamos trabajar. Si uno se encuentra entre los que han amasado suficiente riqueza para asegurarse una confortable vejez, entonces, teóricamente, uno ya no necesita más dinero. Uno debería quedar satisfecho y parar la acumulación, pero el espejismo de la riqueza es demasiado atrayente. Dondequiera que miremos, nos acosa una publicidad que nos promete mayor felicidad si compramos el más reciente artilugio o el coche de la más alta tecnología. El placer prometido consiste en la frívola necesidad del amor propio. Nuestra necesidad de ser admirados y respetados nos lleva a la esclavitud del consumismo. Lo hacemos simplemente para sentirnos bien con nosotros mismos.

Al obsesionarnos más y más por la acumulación de riqueza, buscamos colocar nuestros excedentes donde podamos obtener más altos intereses. No nos preocupa cómo se consiguen. Lo que nos importa es que nos proporcionen más dinero. Es para ésto para lo que sirven los negocios. Siempre se busca mayor riqueza. Cuanto más grande sea el negocio mayor riqueza crea para los inversionistas. La conservación de recursos preciosos y la preservación del medio ambiente y de la vida salvaje para las futuras generaciones no son valores que interesen. Lo que quieren obtener son los más rápidos y altos intereses.

Mientras tanto los trabajadores, los que crean riqueza para los negocios, temen por su supervivencia económica. Les preocupa que no puedan llevar a sus hijos al colegio o que no tengan los sufiencientes fondos para su jubilación. Necesitan el empleo y están dispuestos a sacrificar sus más altos valores para conseguirlo. Todos hemos aprendido que los valores que sostienen nuestras familias, como la planificación para el futuro, el comunicarse abierta y honestamente, y vivir con integridad, no son valores bien aceptados en el trabajo. No podemos permitirnos tener valores diferentes a los de nuestro empleador, por tanto desarrollamos dos tipos de valores: los que adoptamos en nuestra vida familiar y los que usamos en el trabajo. Esta existencia esquizofrénica, combinada con nuestro temor por la superviviencia, crea una carga imposible que nos desgarra y aparta de nuestra alma. Vivimos en una desagradable complicidad y confabulación, atrapados en un ciclo de riqueza y supervivencia. El rico necesita del pobre para crear riqueza y el pobre necesita del rico para obtener empleo. Entretanto, todos observamos el mundo y cómo nuestras comunidades se deterioran lentamente ante nosotros y nos sentimos impotentes para remediarlos.

Nuestros temores por la supervivencia económica y nuestra necesidad de respeto, estatus y poder, son las causas principales de nuestro deseo de acumular riqueza. Son también las causas principales de tres de las más importantes cuestiones que amenazan nuestro mundo: la degradación mediambiental, la desigualdad y el caos social.

La Degradación Medioambiental

... En una reciente conferencia en el Banco Mundial sobre ética y valores espirituales en el desarrollo, Timothy Worth, el subsecretario de Estado para Asuntos Globales de Estados Unidos, vinculaba claramente la destrucción mediambiental con la supervivencia económica. Lo planteaba así: "La economía es totalmente propiedad subsidiaria del medio ambiente. Cuando el medio ambiente quede por fin forzado a la bancarrota, porque su base de recursos ha sido contaminada, degradada e irreparablemente comprometida, la economía irá a la bancarrota con éste".1

Si los dirigentes de los negocios y de la industria no son capaces de cambiar su paradigma dominante de "¿Qué hay para mí?" por el de "¿Qué es lo mejor para el bien común", entonces ellos, y el total de la humanidad, se enfrentan a un futuro de desolación y sufrimiento. En la misma conferencia del Banco Mundial, Willis Harma preguntó: "¿Qué es lo que tiene que cambiar para que el desarrollo sostenido sea posible?". La respuesta fue: "No es tanto de valores individuales de lo que estamos hablando. Individualmente, tanto el rico como el pobre expresan valores sanos. Más bien se trata de los valores incrustados en las instituciones de los negocios y las finanzas... las cuales son el problema. La gente siente una discrepancia entre lo que conocen en sus corazones, que es correcto, y lo que se ven forzados a hacer para apoyar las metas y valores de su organización".2

Todos nos damos cuenta de lo que le está ocurriendo a nuestro planeta. Ya es hora de que también nos hagamos responsables de ello.

La desigualdad

Cada vez está más claro que las regulaciones que rigen nuestro sistema global económico favorecen a los ricos y perjudican a los pobres...

A un nivel global, durante las cinco pasadas décadas, la mayor parte de la riqueza fue a parar a los ricos. Entre 1960 y 1991, el 20% de los más ricos de la población global recibió 30 veces más que el 20% de los pobres. En 1991, la diferencia había llegado hasta el 60%. La participación de la renta del 20% de los más pobres de la población global, de hoy día, representa aproximadamente el 1% de la renta global. Mientras que el 20% de los más ricos representa más del 85% de la renta global total.3 La extensión de la polarización global de la riqueza quedó completamente ilustrada en 1995 en un artículo de l "Forbes Magazzine" donde había un listado de 358 multimillonarios cuyo valor neto combinado era equivalente a la renta anual del 45% de la población más pobre del mundo.

El Programa de Desarrollo de Naciones Unidas estima que, aproximadamente, tres cuartas partes de las personas de mundo se hallan inseguras económicamente, El alto crecimiento de la población del mundo en desarrollo impedirá que esta cifra cambie mucho en los próximos 30 años. Aunque hay suficiente alimento para alimentar al mundo, unos 800 millones de personas pasan hambre cada día. La mayoría de ellas pasan hambre porque no pueden comprarse alimientos.

Caos social

Según la Oficina Internacional del Trabajo, el desempleo global y el subempleo son más elevados hoy que en el punto más alto de la Gran Depresión de los años 30.4 En "El final del trabajo" (The End of Work), Jeremy Rifkin muestra el impacto que la tecnología ha tenido sobre el tipo de trabajo que realizamos. Muestra el papel importante que la tecnología ha tenido al cambiar el trabajo agrícola por el fabril, y del fabril al sector de servicios. Demuestra cómo, en cada sector, el trabajo humano es reemplazado por las máquinas...

Hay también un fuerte vínculo entre el desempleo y el crimen. Los estudios muestran que las tasas de homicidio y del crimen aumentan dramáticamente con el crecimiento del desempleo y bajos salarios.5 Al decrecer el empleo y aumentar la pobreza, la necesidad de supervivencia económica lleva a las personas a una vida de crimen y violencia. Las tasas del crimen suben en la medida que la gente busca sobrevivir. La situación es peor donde las desigualdades entre ricos y pobres son más severas. En Río de Janeiro, donde las disparidad entre ricos y pobres es extremadamente alta, una persona es asesinada cada hora. En Johannesburgo, se mata a una persona cada dos horas. Incluso en países industrializados, la pobreza y las desigualdades económicas causan alarma por el incremento de las tasas del crimen. En Italia y Portugal la tasa de asesinatos se dobló en la segunda mitad de los 80's y en Alemania se triplicó...

Nos enfrentamos a una situación en la que el aumento de las desigualdades y el crecimiento del desempleo exacerban la desintegración social, y en la que el incremento del consumo material y la polución exacerban la destrucción medioambiental.

Las contra-tendencias

A pesar de estas tendencias negativas hemos realizado algunos logros importantes en el bienestar humano durante las últimas décadas. La expectativa de vida en los países en desarrollo se incrementó en un tercio y el aislamiento neto en educación primaria aumentó en dos tercios. La democratización ha producido avances significativos y los derechos humanos, así como los problemas de las mujeres, han recibido creciente atención.6 Existe también un acrecentado cuestionamiento de nuestras predominantes asunciones globales. El Estado del Foro Mundial ("The State of the World Forum") en 1995 concluyó que: ...muchas de nuestras asunciones fundamentales requieren definirse para que nos dirijamos, adecuadamente, a los paradigmas emergentes que configuran el siglo 21".7

Detrás de este cuestionamiento subyace un cambio creciente en la conciencia. Acrecentadamente, la gente por todo el mundo está buscando comprender sus motivaciones y lo que les hace moverse. Las ventas de libros de autoayuda han subido significativamente durante los pasados treinta años. Los más populares de estos libros tratan de psicología y espiritualidad. Existe una profunda búsqueda que comienza a tener lugar en el nivel de la psique humana global.

Es importante darse cuenta que nuestros logros globales caen todos bajo la categoría del desarrollo humano, mientras que nuestras pérdidas globales (el medio ambiente, desempleo, y el caos social) están vinculados, de una manera u otra, al desarrollo económico, los negocios y el comercio. El problema fundamental con el que nos enfrentamos no es la quiebra de nuestra sociedad, ni la destrucción de nuestros sistemas de apoyo a la vida, sino nuestra incapacidad para asumir los valores que apoyen el bien común.

Es la hora, para cada uno de nosotros, de reconocer que nuestra propia supervivencia y la de nuestros hijos depende de que cada uno de nosotros acepte la responsabilidad personal ante el futuro. Hemos de ver a la humanidad y al medio ambiente como realmente es: totalmente interdependiente y totalmente interconectado. Tenemos que reconocer que las decisiones que tomamos individualmente, en nuestras organizaciones y gobiernos, tienen repercusiones alrededor del globo. No hemos de temer el poner en acción nuestros más altos valores. Es la hora para cada uno de nosotros de comprometernos plenamente en transformar los valores de nuestros gobiernos, organizaciones y negocios. Cuando se preguntó al economista E. F. Schumacher, "¿Qué podemos hacer?", dijo: "La respuesta es tan simple como desconcertante: podemos, cada uno de nosotros, trabajar para poner orden en nuestra propia casa".

El Banco Mundial y la Sociedad del Desarrollo Espiritual

Ésto me lleva al tema de cómo pongo mi propia casa en orden y el trabajo que he estado haciendo con el Banco Mundial...

A finales del año 1992, cuando me estaba acercando al término de la segunda redacción de Una Guía para la Liberación de su Alma8, invité a doce de mis colegas del Banco, espiritualmente orientados para discutir las ideas y teorías expresadas en mi libro.

Dos colegas del grupo de discusión se me aproximaron y me preguntaron si yo crearía un grupo de estudio espritual. Ese fue el inicio de la Sociedad de Desarrollo Espiritual (SUS, por sus siglas en inglés). Ciertamente que había algún temor en nuestras primeras discusiones de planificación sobre lo que íbamos a hacer y si sería aceptable para la dirección. Tal como lo veía, no había nada que perder. Nuestra declaración de la misión fue perfectamente loable: "La Sociedad del Desarrollo Espiritual promueve la transformación personal mediante el conocimiento de sí mismo, la comprensión y el despertar de la conciencia a mayor altura. SUS proporciona un foro seguro para el intercambio de creencias e ideas que promuevan el conocimiento espiritual. SUS fomenta la integración de la conciencia más alta en cada aspecto de nuestras vidas. SUS busca crear dentro del Banco Mundial una conciencia de amor y comprensión que contribuya a transformar la manera en que la organización interactúe con la vida del mundo".

Comenzamos con reuniones semanales en Marzo de 1993. No pedimos permiso. Simplemente anunciamos las reuniones en el boletín semanal del personal y esperamos a ver quienes asistían. A los dos meses 40-50 personas asistían a las reuniones. Fue cómo si de repente hubiéramos dado permiso a aquellos interesados en la transformación personal y para aquellos otros que buscan un significado más profundo de la vida, algo así como salir de un armario. Al principio algunos de los presentadores internos no querían que sus nombres se mencionaran en el anuncio semanal, pues temían la reacción de sus colegas. A los pocos meses, resultó perfectamente respetable estar asociado al SUS. Empezamos a anunciar nuestras reuniones en el sistema interno de correo electrónico...

Desde la mismísima primera reunión del SUS, he recibido incontables mensajes de los miembros, a través de correo electrónico, sobre los efectos de las reuniones en sus vidas. Algunos informaban de significativos cambios en las percepciones de la vida. Para otros, era el sentido de comunidad y una apertura al compartir lo que les atraía a las reuniones. Supimos que estábamos haciendo algo correcto porque la gente seguía viniendo.

Conferencia sobre Ética y Valores Espirituales

Entonces, del comité directivo, surgió la idea de que el Banco Mundial pusiera en marcha una conferencia internacional sobre valores espirituales que explorara el vínculo entre los valores espirituales y el desarrollo sostenible...

Esta conferencia internacional tuvo lugar en el Banco Mundial, en Washington, D.C., entre el 2 y el 3 de octubre de 1995. Nadie podía creer que el Banco Mundial, pusiera en marcha una conferencia semejante. Oí decir a la gente: "Estoy totalmente soprendido". El mundo exterior encontraba difícil creer que este monolito conservador realizara una conferencia sobre ética y valores espirituales en relación al desarrollo. El significado real, aunque sutil, de esta conferencia fue que el personal del Banco tenía, ahora, permiso para hablar sobre valores del desarrollo y cuestionar sus creencias y su derecho de imponerlas a otros, a poner en acción tanto sus corazones como sus mentes. La supremacía del intelecto se retaba en el Banco Mundial...

A partir de la conferencia, el Banco Mundial ha prestado más atención a los valores, particularmente a los valores que impactan sobre la cultura interna. En mayo de 1996, fui nombrado para el cargo de Coordinador de Valores en el recientemente formado Departamento de Cambio Institucional. Hemos creado un Círculo de Valores que se reúne, cada semana, para discutir los valores; hemos creado un emplazamiento de tejido de valores y hemos desarrollado una Guía de Recursos Fáciles para realizar el trabajo sobre valores, conductas e incentivos con equipos dentro del Banco...

La mayor necesidad que ahora mismo se nos plantea a cada uno de nosotros, preocupados por el futuro de la humanidad y del planeta, es la de llevar esta conciencia a nuestros lugares de trabajo y comenzar el proceso de transformar nuestras organizaciones. Somos los que estamos abriendo las puertas de la nueva era. Nuestros hijos son los que entrarán por el portal y crearán el nuevo mundo. Cada uno de nosotros lo tiene que demostrar sin temor en el lugar de trabajo si es que vamos a jugar nuestro papel.

El tema fundamental del siglo 21 no será la creación de riqueza, sino el compartirla. El único modo de que las organizaciones sobrevivan será el asumir plenamente lo que es, económica, social y medioambientalmente, lo que es mejor para el bien común...


1 Richard Barret and Ismail Serageldin, (eds.) Ethical and Spiritual Values: Promoting Enviromentally Develpment, Enviromentally Sustainable Development Proceedings Series, N° 12, 1996, pág. 30
2 Idem pág. 6.
3 Jeremy Rifkin, The End of Work, N.Y.: G. P. Putman's Sons, 1995, pág. 35
4 International Labor Organization, The World Employment Situation, Trends and Prospects, ILO, Ginebra, 1994.
5 Jeremy Rifkin, op. cit. pág. 208.
6 UNDP, Human Development Report 1994. UNDP, N.Y., 1994, pág. 20.
7 The State of the World Forum, 1995.
8 Richard Barret, A Guide to Liberating Your Soul, Furilling Books, Alejandría, 1995.


Reformando los Valores La Afirmación del Amor El Día Mundial de la Invocación La Nueva Globalización
Ciencia y Espiritualidad