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La
Gran Invocación |
La
Gran Invocación es una plegaria mundial, traducida en más de 70
idiomas y dialectos. Es un instrumento de poder para ayudar a que el
Plan de Dios se exprese plenamente en la Tierra y para emplearlo
como un acto de servicio a la humanidad y el Cristo. Expresa ciertas
verdades esenciales que todos los hombres aceptan innata y
normalmente:
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Que
existe una inteligencia básica a la cual damos el nombre de
Dios. |
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Que
hay un plan divino evolutivo, en el universo, cuyo poder
motivador es el amor. |
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Que
una gran individualidad llamada Cristo -El Instructor del
Mundo- por el cristianimso, vino a la Tierra y personificó
ese amor a fin de que pudiéramos comprender que el amor y la
inteligencia son efectos del propósito, la voluntad y el Plan
de Dios. Muchas religiones
creen en un Instructor del Mundo, conociéndolo como el Señor
Maitreya, el Iman Mahdi y el Mesías. |
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La
verdad de que el Plan Divino sólo puede ser desarrollado por
la humanidad. |
A través de la invocación, la
plegaria y la meditación, las energías divinas pueden ser
liberadas y llevadas a la actividad. Hombres y mujeres de buena
voluntad de muchas creencias y naciones, pueden unirse en este
servicio mundial, llevando valor y fortaleza espirituales a un mundo
perturbado. Los hombres, por la invocación unida y enfocada, tienen
el poder de afectar los acontecimientos mundiales. El conocimiento
de este hecho, científicamente aplicado, puede ser uno de los
grandes factores liberadores, dentro de la humanidad.
Nadie puede emplear esta invocación
o plegaria, para la iluminación y el amor, sin causar cambios
poderosos en sus propias actitudes e intención en la vida.
"Como un hombre piensa en su corazón, así es él." ¿Quisiera
usted emlear esta invocación todos los días, con reflexión y
dedicación?
El efecto de la plegaria y de la
invocación individuales, por la luz y el amor, puede aumentar
inconmensurablemente cuando existe un reconocimiento y una relación
consciente mental con quienes emplean diariamente la Gran Invocación.
Muchas personas piden unirse cada una a dos amigos, todos los días,
para pronunciar esta plegaria mundial, con el fin de crear un
iluminado triángulo de relación. La fuerza de muchos individuos y
la de pequeños grupos dedicados pude ser enfocada, mediante esta
poderosa invocación, y construirse una "red" de luz y
amor alrededor de la orbe.
Esta invocación es:
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Su
Empleo y Significado |
La
belleza y la fuerza de esta Invocación reside en su sencillez y en
que expresa ciertas verdades esenciales, que todos los hombres
aceptan innata y normalmente —la verdad de la existencia de una
Inteligencia básica a la que vagamente damos el nombre de Dios; la
verdad de que detrás de todas las apariencias externas, el Amor es
el poder motivador del Universo; la verdad de que vino a la tierra
una gran individualidad, llamada Cristo por los cristianos, que
encarnó ese amor para que pudiéramos comprenderlo; la verdad de
que el amor y la inteligencia son, ambos, efectos de la Voluntad de
Dios; y que finalmente la verdad evidente de que el plan divino sólo
puede desarrollarse a través de la humanidad misma.
Toda
la Invocación se refiere a ese inminente, influyente y revelador
depósito de esa energía, causa inmediata de todos los
acontecimientos sobre la Tierra, que indican el surgimiento de algo
nuevo y mejor; esto acontecimientos muestran el avance de la
conciencia humana hacia una mayor luz.
Por
lo general el llamado invocador a sido hasta ahora de naturaleza egoísta
y formulado momentáneamente. Los hombres oraron para sí mismos;
invocaron la ayuda divina para quienes ellos amaron, y dieron a sus
necesidades fundamentales una interpretación material. Esta
Invocación es una plegaria mundial, no contiene ninguna demanda
personal ni anhelo invocador transitorio; expresa la necesidad de la
humanidad y supera todas las dificultades, dudas e interrogantes,
llegando directamente a la Mente y al Corazón de Aquel en quien
vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser —Aquel que permanecerá
con nosotros hasta el fin de los tiempos y “hasta que el último
cansado peregrino haya encontrado su camino al hogar”.
Desde
el punto de Luz en la Mente de Dios,
Que afluya luz a las mentes de los hombres;
Que la Luz descienda a la tierra.
Las
primeras tres líneas se
refieren a la Mente de Dios como punto focal para obtener la luz
divina. Esto concierne al alma de todas las cosas. El término alma
con su máximo atributo de iluminación, incluye al alma humana y a
ese punto culminante que consideramos como el alma “influyente”
de la humanidad, que aporta luz y difunde la iluminación. Es
necesario tener presente que la luz es energía activa.
Cuando
invocamos la Mente de Dios y decimos: “Que afluya luz a las mentes
de los hombres que la luz descienda a la tierra”, expresamos una
de las grandes necesidades de la humanidad y —si la oración y la
plegaria encierran un significado— la respuesta vendrá con toda
seguridad y certeza. Cuando los pueblos, en todo momento, en todas
las circunstancias y en todas las épocas, sienten la necesidad de
implorar a un Centro espiritual invisible, podemos tener la
seguridad de que dicho centro existe. La invocación es tan antigua
como la humanidad misma.
Cristo
dijo que los hombres “prefieren la oscuridad a la luz, porque sus
obras son malas”. Sin embargo, la gran belleza incipiente del
momento actual reside en que la luz llega a todo lugar oscuro, y
nada de lo que está oculto quedará sin revelar. Los pueblos
reconocen la oscuridad y la miseria actuales, y por consiguiente dan
la bienvenida a la luz. Una de las mayores necesidades actuales
consiste en iluminar las mentes humanas a fin de que se vean las
cosas tal cual son y comprendan los correctos móviles y la forma de
establecer rectas relaciones humanas. En la luz que trae la
iluminación, eventualmente veremos la luz, y llegará el día en
que millares de los hijos de los hombres e innumerables grupos, podrán
decir con Hermes y con Cristo “ Yo soy (o somos) la luz del
mundo”.
Desde
el punto de Amor en el Corazón de Dios,
Que afluya amor a los corazones de los hombres;
Que Cristo retorne a la Tierra.
Las
tres líneas de la segunda estrofa conciernen al Corazón de Dios y
se refieren a punto focal del amor. El “corazón” del mundo
manifestado es la Jerarquía espiritual —ese gran agente que
trasmite amor a todas las formas de la manifestación divina.
Amor
es una energía que debe llegar a los corazones de los hombres y
fecundar a la humanidad con la cualidad de la comprensión amorosa;
cuando el amor y la inteligencia se unen se dicen que expresan eso.
Cuando
los discípulos estén activos y sean reconocidos por Cristo llegará
el momento en que nuevamente Él podrá caminar abiertamente entre
los hombres; podrá ser reconocido públicamente y realizar así Su
tarea en los niveles externos e internos de la vida. Al despedirse
de sus discípulos, Cristo les dijo: “Estaré siempre con
vosotros, aún hasta en fin de la era”.
Cuando
Cristo venga florecerá activamente la conciencia crítica entre los
hombres; liberará en el mundo de los hombres la potencia y la energía
del amor intuitivo. La distribución de esta energía de amor traerá
dos resultados:
Primero,
la energía activa de la comprensión amorosa iniciará una enorme
reacción contra el poder del odio. El odio, la separatividad y la
exclusión, serán considerados como el único pecado, pues se
reconocerá que los denominados pecados derivan del odio o de su
consecuencia, la conciencia antisocial. Segundo, innumerables
hombres y mujeres de todos los países, se unirán en grupos para
promover la buena voluntad y establecer rectas relaciones humanas.
Su número será tan grande que, de una minoría pequeña y
relativamente importante, se trasformará en la más grande e
influyente fuerza en el mundo.
Desde
el centro donde la Voluntad de Dios es conocida,
Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades de hombres;
El propósito que los Maestros conocen y sirven.
En
las tres líneas de la tercer estrofa tenemos una plegaria para que
la voluntad humana pueda estar de acuerdo con la voluntad divina,
aunque no sea comprendida. Estas tres líneas indican que la
humanidad no puede captar todavía el propósito de Dios, ese
aspecto de la voluntad divina que busca inmediata expresión en la
tierra. Debido a que el propósito de la Voluntad de Dios trata de
ejercer influencia sobre la voluntad humana, indudablemente se
expresa en términos humanos de buena voluntad, viviente determinación
o firme intensión de establecer rectas relaciones humanas.
La
voluntad divina, tal como esencialmente es, sigue siendo el gran
misterio. Aún Cristo Mismo luchó con el problema de la voluntad
divina, y se dirigió al Padre en el preciso momento que comprendió,
por primera vez, la extensión y complejidad de Su misión como
Salvador del mundo. Entonces exclamó: “Padre, no mi voluntad sino
la tuya sea hecha”. Estas palabras significaron el abandono de los
medios por los cuales Él trataba de salvar a la humanidad; Le señalaron
lo que pudo aparentar en esos momento un evidente fracaso, y que Su
misión no fuera cumplida. Esperó casi dos mil años para llevar a
la fructificación esa misión. Él no puede proseguir con Su misión
asignada sin la acción recíproca de la humanidad.
Esta
invocación es, peculiar y esencialmente, el propio mántram de
Cristo que, al ser pronunciado por Él y utilizado por la Jerarquía
espiritual, su “sonido” se ha difundido por el mundo. Sus
palabras deben ser difundidas ahora en el mundo, mediante su
pronunciación, por los hombres de todas partes, y su significado
debe ser expresado por las masas, a su debido tiempo. Entonces
Cristo podrá “descender a la tierra” nuevamente y “ver los
afanes de Su alma y quedar satisfecho”.
Desde
el centro que llamamos la raza de los hombres,
Que se realice el Plan de Amor y de Luz;
Y selle la puerta sonde se halla el mal.
En
las tres líneas de la cuarta estrofa, se invocan los tres aspectos
o potencias de la Mente, el Amor y la Voluntad, indicando que estos
poderes se han introducido en la humanidad, en “el centro que
llamamos la raza de los hombres”. Sólo en él pueden expresarse,
en tiempo y espacio, las tres cualidades divinas y hallar su
realización; sólo en él puede nacer verdaderamente el amor,
actuar correctamente la inteligencia y la Voluntad de Dios demostrar
su efectiva voluntad al bien. Por medio de la humanidad, sola y sin
ayuda (excepto la que brinda el espíritu divino en cada ser
humano), puede ser sellada “ la puerta donde se halla el mal”.
La
última línea de la cuarta estrofa quizás necesite una explicación.
Es una manera simbólica de expresar la idea de hacer inactivos e
ineficaces los malos propósitos. No existe un lugar especial donde
reside el mal; el Libro de las Revelaciones del Nuevo Testamento
habla del mal, de la destrucción del demonio y de hacer impotente a
Satanás.
La
humanidad mantiene abierta “la puerta donde se halla el mal” por
sus deseos egoístas, odio y por su separatividad, por su codicia y
sus barreras raciales y nacionales, por susbajas ambiciones
personales y por su afición al poder y a la crueldad. A medida que
la buena voluntad y la luz afluyan a las mentes y corazones de
hombres, las malas cualidades y energías que mantienen abierta la
puerta del mal, cederán su hogar al anhelo de establecer rectas
relaciones humanas, a la determinación de crear un mundo mejor y más
pacífico y a la expresión mundial de la voluntad al bien. A medida
que estas cualidades sustituyan las viejas e indeseables, la puerta
donde se halla el mal, lenta y simbólicamente, se cerrará por el
simple peso de la opinión pública y el correcto deseo humano. Nada
podrá evitarlo.
Así
se restaurará el Plan original sobre la Tierra. Simultáneamente,
se abrirá ante la humanidad, la puerta al mundo de la realidad
espiritual y se cerrará aquella donde se halla el mal. Así,
mediante “el centro que llamamos la raza de los hombres”, el
Plan de Amor y de Luz se restablecerá y asestará el golpe final al
mal, al egoísmo y a la separatividad, quedando sepultados para
siempre en una tumba sellada; así también el propósito de Todo
Creador será cumplido.
Que
la luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra.
Es
evidente que las tres primeras estrofas o versículos invocan,
demandan o apelan a los tres aspectos universalmente reconocidos de
la vida divina —la mente de Dios, el amor de Dios y la voluntad o
propósito de Dios; la cuarta estrofa señala la relación de la
humanidad con estas tres energías de inteligencia, amor y voluntad,
y la profunda responsabilidad de la raza humana de complementar la
difusión del amor y la luz sobre la Tierra a fin de restaurar el
Plan. Este Plan exhorta a la humanidad a manifestar Amor e insta a
los hombres a “dejar brillar su luz”. Luego viene la solemne y
final demanda de que este “Plan de Amor y Luz”, desarrollándose
a través de la humanidad, puede “sellar la puerta donde se halla
el mal”.
La
última línea contiene la idea de restauración, e indica la tónica
para el futuro; que llegará el día en que la idea original de Dios
y Su intención inicial ya no serán frustradas por la maldad y el
libre albedrío humanos —materialismo y egoísmo puros; entonces,
debido a los cambios producidos en los corazones y metas de la
humanidad, el propósito divino será cumplido.
Texto
proporcinado por la Red de Unidades de Servicio y
Hombres y Mujeres de Buena Voluntad de Iberoamérica.
Extraído de la literatura de la Fundación
Lucis.
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Un
significado Más Profundo |
Si
se divulga ampliamente esta Gran Invocación, podrá ser para la
nueva religión mundial lo que el Padre Nuestro ha sido para la
cristiandad, y el Salmo 23 para el judío espiritual. Existen tres
tipos de acercamientos a esta gran Plegaria o Invocación:
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El
público en general.
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|
Los
esoteristas o los aspirantes y/o discípulos del mundo.
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|
Los
miembros de la Jerarquía.
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Primero,
el público en general, la
considerará como plegaría a Dios Trascendente, aunque no Lo
reconozca como Inmanente en Su creación, y la elevará en las alas
de la esperanza —esperanza de luz, amor, y de paz que todos
anhelan incesantemente. También será considerada como plegaria
para iluminar a los gobernantes y dirigentes de todos los grupos que
manejan los asuntos mundiales; como ruego para que haya amor y
comprensión entre los hombres y vivan mutuamente en paz; como
demanda para cumplir la voluntad de Dios —sobre la cual la gente
nada sabe y considera tan inescrutable y omnincluyente que se
resigna a esperar y creer; como invocación para fortalecer el
sentido de responsabilidad humana, a fin de que los males actuales
—que tanto angustian y confunden a la humanidad— puedan ser
eliminados y refrenada esa indefinida fuente del mal; finalmente será
considerada como oración primordial, también indefinida, de beatífica
felicidad y desaparición de todo sufrimiento y dolor en la Tierra.
Todo esto es bueno y útil para los pueblos y es lo único que puede
efectuarse en forma inmediata.
Segundo,
los esoteristas, los aspirantes y quienes están
espiritualmente orientados, lograrán un acercamiento más
profundo y comprensivo. Reconocerán el mundo de las causas y a
quienes se hallan subjetivamente detrás de los asuntos mundiales,
los Dirigentes espirituales de nuestra vida. Ellos están preparados
para alentar e indicar, a quienes poseen verdadera visión, no sólo
la razón de los acontecimientos suscitados en los distintos
sectores de la vida humana, sino también revelarles aquello que
permitirá a la humanidad pasar de la oscuridad a la luz. Si se
adopta esta actitud fundamental, será evidente la necesidad de
difundir ampliamente los hechos subyacentes, iniciándose una era de
divulgación espiritual, ideada por los discípulos y llevada a cabo
por los esoteristas. Esta era comenzó en 1875 cuando se proclamó
la realidad de
la existencia de los Maestros de Sabiduría, prosperando a pesar del
escarnio, la negación y las erróneas interpretaciones de dicha
realidad. Ha sido de gran utilidad el reconocimiento de la
naturaleza sustancial de lo que puede ser corroborado y la respuesta
intuitiva de los estudiantes esotéricos y de muchos intelectuales
de todo el mundo.
Un
nuevo tipo de místico está surgiendo; difiere de los místicos del
pasado porque se interesa en forma práctica por los acontecimientos
mundiales y no únicamente por las cuestiones religiosas y eclesiásticas;
se caracteriza por la
falta de interés en su desarrollo personal, por su capacidad para
ver a Dios Inmanente en todo credo, no sólo en su propia creencia
religiosa, y también por la capacidad de vivir su vida a luz de la
divina Presencia. Todos los místicos han podido hacerlo en mayor o
menor grado, pero el místico moderno es
capaz de indicar a los demás, con toda claridad, las técnicas a
seguir en el Sendero; combina mente y corazón,
inteligencia y sentimiento, más una percepción intuitiva de que
hasta ahora carecía. No sólo la luz de su propia alma sino también
la clara luz de la Jerarquía espiritual, iluminan ahora el camino
del místico moderno, y esto irá acrecentándose.
Tercero,
los pueblos y los aspirantes mundiales en sus diversos grados,
tienen, entre ellos, quienes se destacan de lo común porque poseen
una profunda visión y comprensión; ocupan la “ tierra de
nadie” entre las masas y los esoterístas por un lado, y los
esoterístas y los miembros de la Jerarquía por otro, los cuales
emplean también La Gran Invocación, pues no
pasa día sin que Cristo Mismo la recite.
El
empleo de esta Invocación o Plegaria más la acrecentada
expectativa por la vencida de Cristo, ofrecen hoy la máxima
esperanza para la humanidad. Egregios Hijos de Dios siempre han
venido en respuesta a la demanda de la humanidad y siempre vendrán,
y Aquel a quien todos
los hombres esperan está en camino.
Texto
proporcinado por la Red de Unidades de Servicio y
Hombres y Mujeres de Buena Voluntad de Iberoamérica.
Extraído de la literatura de la Fundación
Lucis.
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Invocación
y Oración |
La
ciencia de la invocación constituye, en realidad, la organización
inteligente de la energía espiritual y de las fuerzas del amor, y
éstas, al ser efectivas, evocarán la respuesta de Seres
espirituales que pueden trabajar abiertamente entre los hombres y
establecer así una estrecha relación y constante comunicación
entre la humanidad y la Jerarquía espiritual.
Podría
decirse que la invocación es de tres tipos. Tenemos la demanda
masiva, expresada inconscientemente, y el angustioso llamado,
proveniente de los corazones de los hombres, en los momentos de
crisis como el actual. Este grito invocador se eleva incesantemente
de todos los que viven en medio del desastre; va dirigido a ese
poder, fuera de sí mismos, y sienten que puede y debería venir en
su ayuda en los momentos de aguda necesidad. Esta gran y silenciosa
invocación se eleva hoy en todas partes. Tenemos luego el espíritu
invocador, evidenciado por los hombres sinceros que participan en
los ritos de su religión y aprovechan la oportunidad de la adoración
y la oración unidas, para presentar ante Dios sus demandas de
ayuda. Este grupo, sumado a la masa, crea un gran grupo de
invocadores, que en la actualidad evidencia grandemente su intención
masiva y eleva su invocación hasta el Altísimo. Tenemos finalmente
los discípulos entrenados y los aspirantes del mundo que, al
utilizar ciertas combinaciones de palabras, algunas invocaciones
cuidadosamente definidas, enfocan el grito y el llamado invocador de
los otros dos grupos, proporcionándoles correcta dirección y
poder. Estos tres grupos están, consciente o inconscientemente,
entrando actualmente en actividad, y su esfuerzo unido garantiza la
resultante evocación.
Por
la oración invocadora o aspiración —no importa qué palabras se
empleen— son extraídas y puestas en actividad las energías
espirituales, y, mediante
el claro pensar, el pensamiento dirigido y la percepción mental,
pueden trasformarse en objetivos del deseo humano. Esta Invocación
es esencialmente una plegaria que sintetiza el deseo más elevado,
la aspiración y la demanda espiritual del alma misma de la
humanidad, debiendo utilizarse así.
Cuando
la emplea el discípulo entrenado o el aspirante en entrenamiento,
asume la actitud de meditación, es decir, una actitud de
concentración, dirección y receptividad espiritual. Entonces ora.
Asume la actitud de meditación (actitud mental, interna y de firme
confianza), pero emplea el método de la oración, medio potente
para establecer y mantener correctas relaciones humanas y
espirituales. Cuando se halla en actitud de meditación y utiliza la
herramienta de la oración (mediante la invocación), establece una
relación con toda la humanidad, que de otro modo no sería posible,
y complementa su reconocida aunque inexpresada necesidad, uniedose
también con la Jerarquía espiritual, evocada por el deseo de la
masa humana.
Una
gigantesca meditación grupal se está llevando a cabo en numerosos
y distintos sectores de nuestro planeta. Todos aquellos que meditan
y los grupos que reflexionan, están relacionados mutuamente por la
unidad del móvil espiritual; buscan una estrecha colaboración y se
esfuerzan por llevar a cabo su trabajo de meditación, consciente o
inconscientemente, a un estado de tranquilidad universal positiva, a
fin de que el deseo espiritual sea llevado exitosamente adelante, y
la recepción de la energía espiritual sea una recepción unida. Se
está realizando un gran esfuerzo para obtener ese alineamiento
mediante la plegaria, la meditación y la invocación individuales,
que, a medida que se va fortaleciendo, puede servir a toda la
humanidad.
Cada
uno debe prestar ayuda, regular sus pensamientos y conceptos,
cultivar un espíritu amoroso y emplear la Gran Invocación,
mediante la cual estas energías y fuerzas espirituales
—extremadamente necesarias— pueden ser invocadas.
Deben
concentrarse sobre la invocación, teniendo en cuenta de que
personifica la intención divina y resume las conclusiones del
pensamiento de Dios. Concentrar sobre ello el pensamiento mediativo
y su poder reflexivo. Descubrir la idea abstracta subyacente en toda
Invocación. Esta allí. Utilizar sus frases como escalones para
llegar a ciertos niveles mentales no alcanzados hasta ahora.
Texto
proporcinado por la Red de Unidades de Servicio y
Hombres y Mujeres de Buena Voluntad de Iberoamérica.
Extraído de la literatura de la Fundación
Lucis.
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Su
Origen |
El
hombre invoca el acercamiento divino de diferentes maneras: por el
llamado incipiente, inexpresado e invocador de las masas, y también
por la invocación planeada y definida de los aspirantes de ideas y
orientación espirituales y del trabajador inteligente y convencido.
Poca
atención se ha puesto sobre el factor invocación, como lo expresan
los pueblos del mundo; no obstante, en el transcurso de las edades,
el llamado invocador de la humanidad se ha elevado hasta la
Jerarquía y ha traído respuesta. Lo ilustra la declaración
espiritual de Shri Krishna, expuesta en el Canto del Señor, el
Baghavad Gita; fue la enunciación que previno la venida de Cristo.
En ese Canto Él dice:
“Siempre
que halla un quebrantamiento de la Ley y un surgimiento de la
ilegalidad en todas partes, entonces Yo me manifiesto. Para la
salvación de los justos y la destrucción de los que hacen el mal,
para el firme establecimiento de la Ley, Yo vuelvo a nacer edad tras
edad.” En la época licenciosa y en el maligno período del
Imperio Romano, vino Cristo.
Otro
ejemplo de una invocación notable y muy antigua lo tenemos en el
Gayatri, donde la gente invoca al Sol con las siguientes palabras:
“Descúbrenos la Faz del verdadero Sol espiritual, oculta por un
disco de luz dorada, para que conozcamos la Verdad y cumplamos con
nuestro deber, a medida que nos acercamos a Tus sagrados pies.”
Agreguemos
también a ello las Cuatro Nobles Verdades enunciadas por Buda,
conocidas por todos nosotros, puesto que sintetizan las causas y
fuentes de todas las dificultades que preocupan a la humanidad.
Existen muchas traducciones de estas verdades; todas indican el
mismo anhelo, llamado y significado. Durante la Dispensación Judía
se hizo una declaración referente a la conducta humana en las
palabras de loa Diez Mandamientos; sobre estos se ha basado la ley
humana y también se han fundado las leyes que rigen las relaciones
de los pueblos occidentales. Luego vino Cristo y nos dio la ley
fundamental del universo, la ley del amor y también la oración del
Señor (el Padre Nuestro) con su énfasis sobre la Paternidad de
Dios, el advenimiento de su reino y el establecimiento de rectas
relaciones humanas.
La
humanidad se encuentra hoy en un particular y excepcional punto
medio entre un pasado desventurado y un futuro lleno de promesas,
siempre que se reconozca la reaparición de Cristo y se lleve a cabo
la preparación para Su venida. El presente esta lleno de promesas y
también de dificultades; actualmente y en el presente inmediato la
humanidad tiene en sus manos el destino del mundo o —si puede
expresarse así, con toda reverencia— la actividad inmediata de
Cristo. La agonía de la guerra y la angustia de todo el género
humano condujo a Cristo en 1945, a tomar una gran decisión,
manifestada en dos declaraciones importantes. Anunció a la
Jerarquía espiritual y a todos Sus servidores y discípulos en la
Tierra, Su decisión de surgir nuevamente y establecer contacto
físico con la humanidad, si llevaba a cabo las etapas iniciales
para el establecimiento de rectas relaciones humanas; luego dio al
mundo (para ser recitada por el hombre de la calle) una de las más
antiguas plegarias conocidas, pero hasta ahora sólo se la ha
permitido utilizar a los seres más excelsos. Se dice que Él Mismo
la recitó por primera vez en 1945 durante la Luna llena de Junio,
conocida como la Luna llena de Cristo, así como la Luna llena de
mayo es la de Buda. No fue fácil traducir estas frases antiguas
(tan antiguas que no tienen fecha ni antecedente alguno) en palabras
modernas, pero ello se ha hecho, y la Gran Invocación eventualmente
será una plegaria mundial.
El
pensamiento humano es tan reaccionario que, evocará la crítica, la
afirmación de que constituye una de las más grandes plegarias
mundiales, a la par de otras expresiones verbales del deseo y de la
intención espirituales. Ello no tiene importancia. Solamente unos
pocos —muy pocos— emplearon el Padre Nuestro en los primeros
días del cristianismo, porque era necesario registrarlo y
expresarlo en términos comprensibles, y traducirlo adecuadamente
antes de ser utilizado ampliamente. Este esfuerzo llevó siglos.
Tenemos hoy todos los medios para una rápida distribución, y han
sido empleados para divulgar la Gran Invocación.
Texto
proporcinado por la Red de Unidades de Servicio y
Hombres y Mujeres de Buena Voluntad de Iberoamérica.
Extraído de la literatura de la Fundación
Lucis.
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El
Destino de la Humanidad |
Estos
pocos conceptos podrán servir para que la Invocación reviva en sus
mentes y adquiera una nueva y vital vivencia. Está relacionada
excepcionalmente con todas las creencias antiguas y verdaderas.
Brinda esperanzas para el futuro y tiene suma importancia práctica
para el presente. No se expresa en forma vana y nebulosa. Expresa
las necesidades fundamentales de la humanidad actual: necesidad de
luz y amor, comprender la voluntad divina y terminar con el mal.
Demanda triunfalmente: “Que la luz descienda
a la Tierra; que Cristo retorne a la Tierra; que el propósito guíe
a las pequeñas voluntades de los hombres; que el Plan... selle la
puerta donde se halla el mal.” Luego resume todo en estas
vibrantes palabras: “Que la Luz, el Amor y
el Poder restablezcan el Plan en
la Tierra". El énfasis siempre recae en el
lugar de aparición y manifestación: la Tierra.
Habrán
notado —al estudiar la Invocación— una estrecha relación entre
la primera estrofa y la última; el destino de la humanidad consiste
en ser exponente de la mente de Dios, expresando por lo tanto
inteligencia activa, motivada por el amor y complementada por la
voluntad. El momento no ha llegado aún, pero si el sentido humano
del tiempo es correcto y el adecuado deseo es suficientemente
poderoso, por primera vez en la historia humana este destino puede
ser reconocido públicamente e impeler a los pueblos, en forma
creciente y voluntaria hacia una actividad que es específicamente
su propio destino. Éste constituye también uno de los objetivos
primordiales de la Invocación; su empleo constante producirá el
incluyente concepto del desarrollo espiritual e impartirá la síntesis
del pensar humano, de que hasta ahora había carecido. A medida “que
la luz afluya a las mente de los hombres” el Plan divino
será percibido con mayor amplitud y la voluntad al bien será más
generalmente deseada e invocada.
Este
gran llamado invocador es triple. Constituye la demanda de que
afluya luz en el camino y en los lugares oscuros de la tierra; también
demanda más amor en el mundo, tal como lo expresan los hombres de
buena voluntad y las actitudes humanitarias; finalmente es el
llamado intuitivo, de los aspirantes y discípulos del mundo, para
expresar la Voluntad de Dios. La humanidad común instintiva, los
hombres y mujeres de buena voluntad y los discípulos del mundo, están
todos implicados en esta invocación, que introduce los atributos
del instinto, de la inteligencia y de la intuición, incluidos todos
en la Gran Invocación. Además se ha de recordar constantemente
esta fusión básica, la cual se está expresando ahora oralmente, y
se ha de extraer aliento del acercamiento masivo a la Fuente de toda
vida, amor y luz. Nada puede resistir la demanda unida de los
hombres, en graduadas y apretadas filas, de todas partes.
El
trascendental significado de esta presentación de un ejercicio de
alineamiento, plegaria o invocación, cósmico, planetario e
individual, consiste en que provoca, como resultado de su correcto
empleo, una afluencia espiritual directamente al corazón de la
humanidad, proveniente de las fuentes más elevadas.
Lo
excepcional de esta Invocación estriba en que realmente es un gran
método de integración. Vincula al Padre, al Cristo y a la
humanidad en una gran relación. Cristo puso siempre énfasis en la
paternidad de Dios, en sustitución del cruel, celoso y tribal
Jehovah. En el capítulo 17 del Evangelio de San Juan (otra de las más
grandes declaraciones espirituales del mundo), Cristo puso de
relieve la relación de la consciencia crística con la consciencia
de la Deidad misma. Vinculó el concepto del espíritu con el
hombre, plenamente desarrollado e inspirado por su alma, y la unidad
subyacente que existe en todos los seres, en todas las formas y en
el Padre. La Gran
Invocación relaciona la voluntad
del Padre, el amor de la Jerarquía espiritual y el servicio
que presta la humanidad, en un gran Triángulo
de Energías. Este triángulo tendrá dos resultados
fundamentales: “sellar la puerta donde se
halla el mal” y la realización del Plan de Amor y de Luz,
mediante el poder de Dios liberado sobre la Tierra, a través de la
Invocación.
Esta
Invocación también es
única, en el sentido que invoca simultáneamente los tres aspectos
divinos. Nadie puede emplear esta invocación u oración, para la
iluminación y el amor, sin causar poderosos cambios en sus propias
actitudes e intención en la vida; además modificará el carácter
y las metas y alterará la vida, haciéndola espiritualmente útil.
“Como el hombre piensa en su corazón, así es él”, constituye
una ley básica de la naturaleza; la constante dirección de los
pensamientos hacia esa necesidad de luz y perspectiva de iluminación,
no puede ser ineficaz ni lo será.
Lo
único que le preocupa a la Jerarquía espiritual del planeta es que
toda la humanidad aproveche la oportunidad espiritual, la cual se
halla presente hoy en forma más destacada que nunca. Se nos ha dado
la Gran Invocación, en estos momentos de oportunidad, para que la
utilicemos en colaboración con Aquellos que la emplean en bien de
la humanidad.
La
Invocación no es propiedad de ningún individuo o grupo. Pertenece
toda la humanidad. Miles de personas de buena voluntad en el
mundo la recitan todos los días.
La
culminación de esta continua demanda invocadora tiene lugar el día
de la Luna llena de Junio (el plenilunio de Géminis a veces cae en
mayo). Todo el mundo reconoce el momento del plenilunio, no siendo
afectado por las diferencias del calendario. En ese día se recita
simultánea y mundialmente la Invocación, como un gran llamado
invocador en bien de toda la humanidad.
El
festival de junio, tan característico de Cristo y que hace resaltar
Su relación con la humanidad, en realidad abarca tres días,
teniendo cada uno una nota clave distinta:
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La
nota clave del Amor,
en su sentido jerárquico —libre de todo sentimiento, emoción
y énfasis personal—, un amor que se sacrifica y comprende,
que actúa con fuerza y decisión en bien de la totalidad y no
en favor de algún grupo o individuo.
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La
nota clave de la Resurrección,
que acentúa la nueva de la vivencia, del Cristo viviente
y de esa “vida más abundante” que la guerra ha hecho
posible, obligando a retornar a los verdaderos valores.
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La
nota clave del Contacto,
de una relación más estrecha entre Cristo y Su pueblo,
entre la Jerarquía y la Humanidad.
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Las
palabras “nota clave” se han elegido deliberadamente y
significan el sonido que precede a cada una de las principales
afluencias del festival de mayo; dichas energías serán liberadas
en una solemne ceremonia, en cada uno de los tres días. En esas
ceremonias Cristo recitará, Él solo, la Invocación; luego la
Jerarquía, en conjunto, entonará esa estrofa que invoca luz, amor
y voluntad al bien (en cada uno de los tres días). El resultado de
esta solemne invocación, durante tres días, será seguido por un día
culminante, donde la Jerarquía, en forma unida y conducida por
Cristo, pronunciará la Invocación, precediéndola cada estrofa su
nota clave apropiada, entonada también al unísono.
Que
la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra.
Texto
proporcinado por la Red de Unidades de Servicio y
Hombres y Mujeres de Buena Voluntad de Iberoamérica.
Extraído de la literatura de la Fundación
Lucis.
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